Sí, hoy no os saludo, porque estoy tan emocionada tras haber visto ayer la película de La Cumbre Escarlata que estoy deseando contaros todos los detalles. No me pierdo ni una sola película de este director mexicano, el cual llena mi vida de emoción, placer visual, color y seres repugnantes y extraños. Tras el Laberinto del Fauno no había vuelto a ver una película de este director que llenase ese vacío de fantasía, seres extraños y ambiente opaco de cuento antiguo que me hacía estremecer a cada segundo de película. Pacific Rim es otro peliculón, pero se enfoca en otro aspecto del cine que difiere mucho del bello cuento de la princesa y el laberinto. Pero con La Cumbre Escarlata, Guillermo nos devuelve a ese mundo de espíritus, fantasmas, temores, y de protagonistas femeninas que hacen las delicias de cualquiera y que podrían estar perfectamente sacadas de un libro del siglo XIX. Así que sin más dilación, allá va mi review sobre La Cumbre Escarlata.
La joven Edith siempre ha visto fantasmas, desde el día que murió su madre y su espíritu le advirtió que tuviera cuidado con la Cumbre Escarlata. Ya de joven, Edith es una prometedora escritora de historias de fantasmas y su padre un rico empresario. Llega así a la ciudad el joven Thomas Sharpe, un joven europeo que tiene unas minas de arcilla roja y que desea que el padre de Edith financie una máquina extractora para sus minas. Poco a poco Edith se irá enamorando de este joven, quién también quedará encandilado de los relatos y la personalidad de la muchacha. Pero repentinamente el padre de Edith muere en misteriosas circunstancias, lo que le permite casarse con Thomas y partir a Inglaterra con él, a vivir en su mansión junto a su hermana Lucille Sharpe, quién parece no estar muy a gusto con la presencia de Edith en la casa. Poco a poco Edith se verá atormentada por la presencia de diversos espíritus, que tratarán de advertirla de peligros y le ayudarán a resolver el misterio que mora tras los muros de la casa.