jueves, 25 de junio de 2015

El valor del insulto

Hola, buenas buenas!  Dado que la semana pasada las redes sociales y los medios de comunicación estuvieron un poquito on fire por determinados temas, sin meterme en política ni opiniones personales sobre lo que está pasando, me gustaría hacer una valoración. Este post va a ser un poquito más serio de lo normal, así que para chistes mejor poner las noticias...

He titulado el post: el Valor del Insulto. ¿A qué me refiero? Muchos sobrestimamos el valor y el poder de los insultos. Los insultos pueden hacer mucho daño, pero solo pueden hacer daño si les damos el valor que la persona que quiere hacer daño le está dando. Hay gente que emplea el insulto como el recurso fácil, como el recurso hiriente, que sabe que insultándote te puede provocar y molestar. Y luego está el que asume y entiende que un insulto no es algo malo o simplemente que no tiene por qué ser ofensivo. Es en este punto, cuando el insultado no asume el insulto como un daño, donde el insulto pierde su poder.
Como ejemplo más práctico, tengo muchos amigos gays que cuando oyen el típico insulto: maricón, pues ellos dicen: sí, soy maricón, ¿y qué?
¿Cuándo se ha convertido en un insulto una manifestación de la sexualidad? Vale que maricón no es la palabra más correcta para definir a un homosexual pero sigue siendo una palabra con ese significado, solo que empleado de manera hiriente. Lo mismo pasa con bollera, y todos estos "insultos" que creemos que hieren a otras personas. Yo empleo mucho la "palabra facilona y mal sonante" como es maricón o cualquier otro insulto que pueda uno usar en su día a día,  como hijo de puta, cabrón,  gilipollas, etc. Pero no con un sentido de "insulto". Yo puedo llamar a mi mejor amiga cabrona y ella no sentirse para nada insultada, porque sabe que es una manera de hablar. Puedo llamar a mi amigo gay, maricón, y tampoco le estoy insultando. ¿Por qué? Porque en mis palabras no hay intención de hacer daño. El valor del insulto nace cuando alguien quiere hacer daño con él. 


Nunca he comprendido a la gente que, como niños pequeños, recurre al insulto para cualquier cosa, pensando que así hacen daño. O la gente que emplea el insulto de forma baladí pero a la vez despectiva, como una forma de desprecio. Ya no es una cuestión de hacer daño, si no de despreciar.
En relación a los hechos acontecidos recientemente en el marco político madrileño, y también remitiéndome a hechos ya pasados como los de Charlie Hedbo, me gustaría preguntar a toda esa gente que pide tanto respeto y desprecia a otros a su vez faltando a ese mismo respeto: ¿Qué filosofía es esa? ¿La filosofía de mi propia justicia y mi verdad absoluta? ¿La de no me jodas a mí porque yo te puedo joder más fuerte? Es la filosofía de: yo tengo derecho a quejarme, pero ojo, tú no, porque eres un mierda y mi es mi palabra contra la tuya. Si despreciamos el valor del insulto, pasan este tipo de cosas, y aquí es tan malo el que profiere el insulto como el que se siente insultado sin motivo. Los terroristas de Charlie Hedbo se sintieron insultados e hicieron lo propio (y no es una defensa). Europa se sintió insultada e insultó aún más a los terroristas, porque se creían en su derecho. Y a quién dio su opinión sin insultos lo tildaron de apologista del terrorismo.
Si se sacan de contextos unos tweets "insultantes" de nuevo hacemos lo propio y nos creemos en derecho de insultar. Porque al que insulta pues más.
¿Que quiero decir con esto? Que hay que restarle valor al insulto porque un insulto sin valor no duele, ni hiere. El insulto es la forma fácil de zanjar temas, de ejercer poder, de humillar y maltratar. Si no se le hace caso, desaparece. En mi instituto me llamaban friki como algo ofensivo. Y yo pensaba, si lo soy no es malo. Si soy feliz siendo friki ¿por qué es un insulto? Si alguien que no te conoce y gratuitamente profiere insultos contra ti, esa persona no tiene ni idea que quién eres. Si solo quiere hacerte daño la mejor manera de evitar el daño es simplemente que no te duela, ya que si el que te insulta no te ofende el insulto no tiene valor alguno.

No digo que esta sea la solución a todos los problemas universales ni a todos los insultos de mundo. Pero deberíamos pararnos a pensar de dónde vienen estas cosas, qué lo provoca y por qué hacen daño a la gente lo que son sólo palabras. El valor está darle o no importancia y en demostrar a la persona que insulta que no nos importa. Las palabras sin valor no pueden hacer daño... 


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